Ya decíamos que el último disco de Depeche Mode, 'Sounds of the universe', era flojito con cola. Más lo es, en comparación, la elección del segundo single del álbum, 'Peace'.

Pese a que Martin Gore afirma que es su canción favorita del LP, la cosa ha pintado como maniobra de distracción a la hora de sacar conclusiones acerca del concurso que ha convocado la banda a través de su página web con colaboración con BeatPortal: remezcla para el nuevo sencillo del grupo inglés.

Quien quiera optar, debe pasar por caja para adquirir el paquete de samples necesarios para producir el remix. Unos cuatro dólares es el precio a pagar si se quiere optar a un premio compuesto por un surtido de productos de Native Instruments, un vale para compra de material de producción y el honor de pasar a formar parte de la historia depechera.

Creo que me voy a presentar. Si quieres que compitamos, entra en BeatPortal y únete a la gesta. Vamos a liarla parda y, muy probablemente, superemos la versión original.

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Dan ganas de hacer un sólo blog para recopilar las capulleces de Berlusconi. No me suelen sorprender, pero esta última es de un descaro que provoca cierta nostalgia por el garrote vil. Dice el italiano de oro que "Basta con ir a Ikea y con poco dinero se puede amueblar una casa". ¿Y a quién recomienda esta joya? A los afectados del seísmo que azotó Los Abruzos hace unas semanas. Gente que lo ha perdido TODO. Gente que pasa de confiar en la sociedad del bienestar a depender del estado del amparo. Gente que, por si fuese poco tener que poner el contador a cero (pero a cero de verdad), además tiene que cargar con las impertinencias del primer ministro occidental más caricaturesco del panorama político desde Calígula.

Y ríase la gente...

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Ya podemos hablar sin miedo a ser enviados a los infiernos. Esta semana se ha lanzado mundialmente el nuevo trabajo de los ingleses Depeche Mode. Estábamos ansiosos, eso es algo innegable. El último disco de la banda liderada por Martin Gore endulzó los agriados paladares que no supieron ver en 'Exciter', álbum editado en 2001 y precedente a 'Playing the Angel', la intención de Depeche Mode de masticar su propio sonido para evolucionar desde la fórmula que se extinguió con 'Ultra', de 1997; por lo tanto, las expectativas ante el siguiente paso dentro de esta nueva y, presuntamente, afortunada etapa en la producción de los Depeche eran muy elevadas.

'Sounds of the Universe' es el título del disco número 13 de la banda, y con 13 canciones han dado una patada en la cara de la superstición... cosa que la superstición le ha pagado con una tibia aceptación del álbum por parte de sus fans. El disco es soso como un manual de instrucciones, y no porque siga la senda del tipo de producción con el que comenzaron a experimentar en 'Exciter'; el principal problema de 'Sounds of the Universe' es que carece de la personalidad depechera: no hay épica, ni 'hitazos', ni emblemas. Si bien en el disco de 2001 había caballos de batalla como 'Dream on', 'Freelove' o 'The dead of night', en su propuesta de 2009 sólo se acierta a titubear con 'In chains', 'Come back' o el single 'Wrong', temas que si bien destacan sobre el conjunto no llegan a cubrir la cuota de lo que se debería esperar por parte de la banda de rock electrónico más clásica que continúa en activo.

¿El responsable del patinazo? Hay quien no duda en señalar a Ben Hillier, capitán en las labores de producción de éste y el anterior trabajo de Depeche Mode, un profesional procedente de las filas de U2 y que parece haber sabido dar alas a las inquietudes digitales de Martin Gore, quien viene desmostrando una preocupante inquietud por las texturas minimalistas desde hace pocos años.

No vamos a dejar el enlace para descarga directa del disco porque es imposible hacer que sobreviva disponible durante varias horas seguidas, así que hazte con una lista de reproducción de youtube y juzga por tí mismo. Sea como sea, este bluf musical no es razón para dejar de asistir a uno de los conciertos que darán por toda Europa para presentar su álbum. Recuerda: 12 de julio en Sevilla. Por fin.

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Lost llega a España. Otra vez. Cuatro se está especializando en rescatar series maltratadas, y se ve que piensa mimar la trama creada por J.J. Abrams y amigos. ¿La estrategia? Las tres primeras temporadas se emitirán en maratones dominicales de seis episodios; la cuarta y quinta temporadas ocuparán la prime time diaria (presumiblemente, a la hora de El Hormiguero durante el verano). La sexta seguirá la estela de la serie en Estados Unidos (quizás con una o dos semanas de diferencia), con el objetivo de que el 6x15-16-17, el episodio final que cerrará la épica isleña que comenzó con la caída del Oceanic 815, se retransmita simultáneamente en 200 países. Ahí es nada.

Esta información ha sido revelada en la presentación que la cadena de PRISA hizo esta semana con la presencia de Jorge García, A.K.A. Hugo 'Hurley' Reyes. Al acto, en el que el orondo personaje atendió las frikadas de los fans, asistieron multitud de seguidores de la serie. La única condición para acceder al recinto: ir disfrazado de algún motivo referente al universo Lost.

Atento. Este iba de humo negro. Ole tus huevos, compañero, amigo, camarada. Ole tus huevos.

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Otro flashazo. Ayer se enfretaron el Real Madrid y el Getafe. Un martes. Debe ser Copa de Rey, supongo. El caso es que el defensa madridista Pepe le da fuerte y flojo (FUERTE Y FLOJO) a Casquero, jugador del Getafe. Ni Stoichkov en sus mejores tiempos habría emulado con tal maestría al jamelgo de Atila. Qué bicho. Para colmo, al dato de lo que refleja el acta del árbitro tras el encuentro y al respecto del atropello merengue: "dicho jugador cuando abandona el terreno de juego se dirige al cuarto árbitro, con la siguiente frase: 'sois todos unos hijos de puta'". El yerno perfecto. Un paladín de la prosa lírica. El sparrin ideal para una tarde dominical de canción protesta.

A tenor de las circunstancias, penalti, obviously.

El propio Casquero, diana de la agresión, se pone las botas y enfila el esférico en el punto de castigo (castigo el que se llevó él, insisto). Que algún forofo de este deporte me explique qué hizo Casquero, por favor. Debía ser el cumpleaños de Iker Casillas, o el Día del Portero, o qué sé yo. Un esperpento de tiro.

Juande Ramos, entrenador del Real Madrid, tildó esta forma de lanzar el penalti como "falta de respeto". Y tiró mal, ojo. Cosa que beneficia a su equipo. Falta de respeto.

El ser humano es extraordinario.

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El reproche es un género que se gasta que da gusto en tiempos de carestía y mala leche. Un lector de 20 minutos escribe esto:

"Presume el presidente de la CEOE de que está en activo con 67 años. Seguro que si estuviese colgado con arneses enfoscando una fachada, subido en andamios o enconfrando y haciendo pasta en una obra no aguantaba tanto; en su puesto yo aguanto hasta los 85 mínimo."

Amén de cierta demagogia, no le falta razón al buen hombre.

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El vampiro siempre está de moda. Ya sea como alegoría de la abstinencia en 'Crepúsculo', simbolizando la segregación racial en 'Sangre fresca' o estableciendo lazos entre su figura y la pérdida de la inocencia en esta 'Déjame entrar', el chupasangre surgido del ideario popular centroeuropeo ofrece una poliédrica perspectiva en la que, como si de un test de Roscharch se tratase, cualquiera puede ver su propio reflejo o el que se proponga contemplar.

'Déjame entrar' podría haber sido una más de las películas que conforman la larga y triste lista de cintas europeas que duermen el sueño de los justos entre las referencias del espectador medio. Sin embargo, su presencia en los festivales a los que ha asistido no dejó a nadie indiferente, de modo que su estreno ha venido precedido de excelentes referencias por parte de la crítica y del público que asistió a los certámenes donde se presentó a concurso.

¿Su baza? La sencillez y originalidad de su propuesta. Oscar es un muchacho de doce años acosado por unos matones en el colegio. En sus fantasías es un regio y valiente chico que le planta cara a sus enemigos, pero la realidad es que sufre con estoicismo las agresiones a las que se ve sometido casi a diario. Una noche se muda junto a su piso Eli, una niña de su edad que va acompañada de un hombre, quien parece ser su padre. Poco a poco los dos chicos empiezan a desarrollar una sincera amistad, con una peculiaridad: sólo se ven por la noche.

No hay intención alguna por parte de Tomas Alfredson, director de la película, por desarrollar mitología ni categorización de sus criaturas nocturnas. La esquematización y la descripción en breves pinceladas basta para dejar claro el poder de su pequeña depreradora, construyendo la paradoja de una niña solitaria que anhela el calor humano incapaz de saciar su apetito hemofílico. Y es precisamente aquí donde reside el acierto de este oscuro cuento de hadas: el asesinato, el homicidio, el sacrificio humano incluso, alejado del juicio moral, algo que queda especialmente claro cuando queda contrapuesto con las acciones que se llevan a cabo en la escena final del filme.

Excelente estructura la que desarrolla Alfredson para exponer con claridad el tema de su cinta, por no hablar de una dirección de actores infantiles (no profesionales, por cierto) que tuvieron que aguantar con heroísmo un rodaje en el que se exponían a temperaturas por debajo de los 15 grados negativos. Otro punto a favor a la hora de lograr las exquisitas atmósferas que nos trasladas a ese mundo de terror gélido que vemos en pantalla fue la convincente banda sonora que firma Johan Soderqvist, a medio camino entre el minimalismo y el onirismo gótico.

Toda una apuesta segura para ver lo que ya conocemos... de forma diferente.

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Helado como el moco de un esquimal se queda uno. Rafiq Quresh ha puesto a la venta a su hija, Rubina Ali, por todos conocida como la niña de 'Slumdog Millionaire'. ¿El precio? 50.000 mil libras de nada. Una ganga si tenemos en cuenta que la chiquilla participa en la película del año que arrasó en la última edición de los Oscar.

El señor Quresh se encoge de hombros ante semejante atropello moral, y alude a las necesidades de su familia y al futuro que merece su hija. Claro. Merece un futuro en el que sea adquirida (AD-QUI-RI-DA) por menos de 60.000 euros.

La familia de Rubina cobró unos 2.000 euros por la participación de ésta en la última película de Danny Boyle, una cantidad que ha elevado a la palestra pública el debate acerca de los salarios que deben pagar los productores cinematográficos en localizaciones tercermundistas: minuta del país origen o nóminas de la nacionalidad del trabajador.

Tropelía en do mayor, oiga.

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La semana parece haber sido escrita en pleno éxtasis lisérgico de los Monthy Python. Hay de todo, oiga, y queremos aprovecharlo para abrir un nuevo apartado en El Piloto: la Actualidad Gonzo. Un par de pinceladas por tema creo que bastarán para comprobar que al mundo le falta un hervor:

1. Policías escoceses Jedi
No es broma. De entre los 8.200 miembros del cuerpo de Policía de Strathclyde, una encuesta ha revelado que ocho agentes y dos empleados administrativos profesan la religión de la 'Iglesia Británica del Jedi'. Sube que te llevo (va por tí, Julio). Si aún no te has llevado las manos a la cabeza, prepárate: esta congregación reúne sólo en Escocia a 14.000 seguidores; pero es que entre Inglaterra y Gales los seguidores de las enseñanzas de Yoda en la saga de Star Wars suman casi 400.000 mil adeptos.

Que tu imaginación haga el resto...

2.Radiohead, Hannah Montana y Jamie Fox: tres grados de separación
Jamie Foxx es muy grande. Este actor lleva un programita de radio que, auguramos, debe ser gamberro como un cátering en Sierra Leona. Desde las ondas el muchacho se dirigió a Miley Cyrus, A.K.A. Hannah Montana, y entre otros consejos, instó a la artista de copetín a darse a la heroína y hacer un poco de (sano) porno. ¿Por qué Jamie Foxx se mete en este berenjenal, del que ha tenido que salir pidiendo públicamente disculpas desde el programa de Jay Leno, del que aparentemente no tendría que haber pillado berenjena alguna? Simple: el intérprete es fan hasta la médula de Radiohead, grupo que recibió una invitación pública de Cyrus para acudir a su programa en la cadena Disney. La banda británica declinó la invitación, lo que provocó las iras de la joven cantante, quien ha declarado que "Radiohead es la razón de que me dedique a la música" (¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?). A tenor de esto, la boquita de la dulce hija del autor country Billy Ray Cyrus, lanzó pestes de sus ídolos, motivando la reacción del groupie de la banda que es Jamie Fox.

Cosa imposible, sin duda...

3. Siente el trasero de Camila
Hare & Hounds es un pub ubicado en el sur de Inglaterra. Pintas de cerveza, fútbol de escaso valor técnico y muchos paraguas en la entrada. Pocas novedades surgieron tras las puertas de este local hasta que Camila Parker Bowles cruzó la entrada en una ocasión azotada por un apretón. Saludó, depositó y se marchó. Una cagada greco-romana, dirían algunos. Desde entonces, los dueños del establecimiento intentaron explotar la anécdota hasta que destrozaron las zapatas, y ahora (tarde, dado el mundo sobre el que caminamos) deciden subastar el retrete en el que la mujer del Príncipe de Gales dejó caer su culo en una ocasión.

Como no podía ser de otra forma, eBay es el marco elegido para tamaña proeza. Todo este pastel adquiere tintes verdaderamente nobles por la finalidad del culebrón: donar los beneficios a dos hospitales donde un pequeño de 16 meses está siendo tratado por una dolencia de tipo pulmonar.

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Con 24 años Anton Corbijn se endeudó hasta las cejas, dejó su vida en Holanda y cogió carretera y manta para trasladarse a Manchester. Un año antes conoció en circuítos underground la existencia de una banda de veinteañeros llamada Joy Division. De algún extraño modo, Corbijn supo ver lo que el mundo descubriría poco más tarde: la historia de la música estaba a punto de añadir un nuevo capítulo, y Joy Division era la primera frase de su primera página. Fue entonces cuando se puso al servicio de la banda como fotógrafo, convirtiéndose en la sombra del grupo en general y de su cantante, Ian Curtis, en particular.

Casi treinta años más tarde, ha dirigido su primer largometraje, 'Control', basado en la figura de este sombrío frontman, reafirmándolo como la metáfora de una época rebosante de luces y sombras. El estilo con el que el director ha construído este biopic es fiel a su filosofía como fotógrafo: la imagen en blanco y negro, retratando el omnipresente humo de Manchester procedente de la industria y el tabaco, las calles atravesadas por vaivenes de cuestas, los pubs de rostros silenciosos y las salas de conciertos donde el sonido de las bandas el drenado por el ansioso interés de una multitud juvenil criada por salarios obreros y melodías de Bowie, Iggy Pop o Sex Pistols.

Si el escenario está representado con un brillante pulso, la concisión y el cariño con el que Corbijn presenta a Curtis sólo puede ser descrito como magistral. La introducción que hace de su protagonista (breve, directa, perfecta) adelanta el tono que el autor mantiene para toda la historia, haciendo alarde a una madurez impropia para un director "novel" que procede del videoclip.

Lejos de intentar hacer malabares visuales y buscar vueltas de tuercas narrativas, Corbijn se aferra a un lenguaje directo que penetra en el alma de sus personajes, demostrando que los conoce de tú a tú, y creando en el espectador una atmósfera de familiaridad que se aleja del voyerismo para adentrarse de lleno en las circunstancias que condujeron de un modo inexorable al malogrado final de su jóven protagonista.

Si hubiese que describir la propuesta de Anton Corbijn con esta película con una palabra, ésta sería sin duda alguna "comprensiva": cualquier neófito que ignore lo que supuso la escena musical del Manchester de finales de los 70 para la historia de la música es capaz de ver con claridad meridiana la leyenda que hoy día es Joy Division. Pero 'Control' no es una película que busque, como lo hizo '24 hour party people', el retrato de la New Wave y Factory Records y el legado que dejaron a la cultura de masas; 'Control' es un sentido homenaje a la soledad de un muchacho, Ian Curtis, siempre marcado por el estigma del error en el éxito y en el fracaso, en las buenas y en las malas decisiones, en el insondable pozo del arrepentimiento constante y sumido en la infelicidad de quien, pasara lo que pasara, pensaba que nunca mantenía el control de lo que le rodeaba.

Para quien quiera ver una historia sobre la Vida en mayúsculas, no puede perderse 'Control'.

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Haciendo memoria se puede situar, aunque haya alguna anterior, a 'Fake' como la primera película célebre en hacer del falso documental un género con sus atractivo inherente. 'Forgotten silver', de Peter Jackson, o la española 'En construcción', de José Luís Guerín, supieron explotar las herramientas de esta farsa cinematográfica para contar historias únicas que, quizás, no podrían haber sido expuestas de otra forma con tan contundente resultado.

Chris Waitt se apunta al carro con 'La historia completa de mis fracasos sexuales'. Autor cómico procedente de la televisión, este nerd con pinta de anacronismo kurtcobainiano se pone ante el pelotón de fusilamiento que no deja de ser el patio de butacas de una sala de cine para diseccionar las razones por las que todas las mujeres de su vida le han dejado más solo que a un personaje salido de las letras de Joaquín Sabina. La película se vale de un estilo de guerrilla donde Waitt es amo y señor de un metraje donde es insultado, maltratado, denunciado, agredido e incluso víctima de una sobredosis de viagra. La cinta esgrime el humor por bandera y la humillación autoinflingida como sintonía, arrancando no pocas carjadas en multitud de pasajes (especialmente tronchante es la entrevista a una ex novia cuyo anonimato raya en lo enfermizo).

Podría haber sido una propuesta redonda de no ser por lo demencial de algunos momentos (la sesión de terapita sadomasoquista, verbigracia) y por cerrar la historia con un giro pretendidamente feliz que desentona con la dinámica general del relato. De cualquier modo, la frescura con la que afronta su director esta idea hace que resulte recomendable para un público cansado de ver siempre lo mismo.

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Qué miedico da cuando venden una peli como un thriller erótico. 'Suavemente me mata' o 'El calor de la noche' rayan en lo absurdo por el simple hecho de utilizar como reclamo comercial un festival de escenas tórridas protagonizadas por figurines del cine de masas. En 'La lista' el temor infundado va por los mismos derroteros, siendo el apolíneo Hugh Jackman y el siempre solvente Ewan McGregor los objetivos de mirones y curiosos en general.

Les acompaña Michelle Williams, actriz cuasitreintañera salida de la cantera de la televisiva 'Dawson crece' que destacó en 'Brokeback Mountain', quien completa el triángulo en base al que la historia pretende avanzar. Con un arranque atractivísimo, 'La lista' está narrada con un estilo donde la estética de la imagen intenta sumerger al espectador en una gran ciudad donde la soledad de sus habitantes queda más que patente con la introducción de un atolondrado contable (McGregor) en un selecto club telefónico donde sus miembros se arreglan citas anónimas en hoteles para pegarse homenajes de carne y desenfreno sexual.

La cinta cuenta con una primera mitad muy atractiva, tanto por la forma como por el contenido, y aunque adolece de una completa carencia de originalidad en su planteamiento (la relación de conveniente amistad entre un carismático hombre de negocios y un apocopado sirviente grisáceo del mundo corporativo se ha repetido hasta la saciedad en la fórmula de la intriga no policiaca) el desarrollo invita a interesarse por el berenjenal en el que se mete nuestro torturado protagonista.

Muy mal, sin embargo, el tramo final del relato, en el que se acelera de una forma demasiado precipitada la transformación de los personajes. En su bienintencionada actitud por cerrar la historia con cierto aroma de justicia total, el director de la película, Marcel Langenegger, cae en solucionar la trama con un golpe de efecto que le hace flaco favor al resultado de la película, dejando un agrio sabor de boca para lo que podría haber sido, cuando menos, una correcta propuesta de suspense bastante superior a la media.

De cualquier modo, aplausos para Langenegger por haber rescatado con un sugestivo estilo visual lo que podría haber sido otro bodrio sexual con actores de primera línea.

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[[[[[ La industria (in-dus-tria) está en crisis. Si productores, distribuidores y exhibidores antes ganaban millones, ahora... ganas menos millones. Saltemos por encima del cinismo que se respira en demasiadas ocasiones en torno al lloriqueo de algunos de los acaudalados representantes del Séptimo Arte (como obviamos, quizás demasiado, el pataleo de algunos responsables de la gestión de derechos de autor de músicos y autores... sin señalar). Saltemos, decíamos. La realidad es que las salas de cine se llenan menos (a grosso modo, por tres razones: entradas más caras, menor concentración de salas por cada mil habitantes en núcleos urbanos y, sobre todo, el pirateo a través de internet) y eso hay que solucionarlo. Analizaremos esta realidad con más detenimiento en una entrada posterior, aunque en ésta ya podemos señalar la panacea que proponen para dar un paso más hacia la estandarización del futuro tecnológico del sector: el cine en 3D. ]]]]]

Como ilustres teloneros, en el último año se aceleró el estreno de películas con copias adaptadas para su visionado en tres dimensiones en salas comerciales ('Viaje al centro de la Tierra', la revisión de 'Pesadilla antes de Navidad' o 'Bolt' son muestras de ello), aunque siempre se trataban de eso, de correctas adaptaciones desde un master que había sido filmado en soporte convencional. Ahora, por fin, se ha estrenado la primera película de animación realizada íntegramente con esta tecnología: 'Monstruos contra Alienígenas'.

De esta forma, DreamWorks se adelanta a Pixar en la carrera por ser el primero en dar el paso. La compañía que presiden John Lasseter y Steve Jobs lanzó su propuesta a finales del pasado año con 'Bolt', perfectamente adaptada para la era digital pero con una cara, la 3D, que era fruto de una adaptación, y no la raíz de su gestación. Spielgberg y compañía han aprovechado para plantar su pionneer flag con una cinta puramente infantil, liviana y carente de la inventiva y la frescura de la que viene haciendo esta factoría de animación desde que sobreprendió con 'Hormigaz' y la saga 'Shrek'.

'Monstruos contra alienígenas' carecería de todo interés para espectadores de más de metro treinta de no ser por el atractivo de verla con las sintomáticas gafas de tres dimensiones. Aburrida, sin chispa, la película busca ser un sentido homenaje al cine clásico de ciencia-ficción, de modo que las referencias se esparcen por los poco más de 90 minutos que dura la aventura.

La palmadita en la espalda viene merecida por el bienintencionado fondo que se representa en el tratamiento del paradigma femenino en algunos de los personajes sobre los que se apoya la trama. La protagonista, Susan, es una gran mujer que proyecta una gran sombra, algo que incomoda a su recién-estrenado-y-egocéntrico marido. Subrayar el sentido de la independencia y solvencia de los roles femeninos en ficción infantil es lo más destacable que se puede observar en este film, que se confirma como una de esas piezas de animación que parece tomar a los más jóvenes espectadores como estultes zampa-estímulos audiovisuales.

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