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El carnero anabólico

Posted by Daniel PS on 17:23 in ,
Hay que hacer un sprint con los estrenos de Oscar. En ello estamos. Vamos a entrar en menos detalles (al menos, se intentará), y entre el material pendiente El Piloto lanzará un metralleo de entradas relacionadas más o menos con lo que le interesa. La ocasión (el retorno) no se merecía algo menos que lo que continúa. Ojo, pasamos de los hipervínculos, que hay prisita.

Darren Aronofsky es un pedazo de director. Con más o menos retórica, el hecho no cambia. Vale que en 'La fuente de la vida' la crisis de los cuarenta le valió un patinazo, pero diablos, nadie es perfecto. Cuando la gente que disfruta con el cine pregunta "¿pero qué diantres hace el director?" resulta complicado dar una respuesta que no suene a un mono saltando de liana en liana. Con 'Camino' ya tuvimos la suerte de dar respuesta a la pregunta. Con 'El luchador' volvemos a tenerla.

El nuevo film del director de 'Requiem por un sueño' reitera el tema de ésta: la decadencia. Si bien en aquella historia la devacle de sus protagonistas era una caída en barrena en la espiral de las drogas y los sueños rotos, en 'El luchador' el mensaje apunta a las oportunidades perdidas y las malas decisiones. El foco de la historia parte de una vieja gloria, Randy 'The Ram', otrora un figura del aquí conocido como pressing catch y ahora un luchador de tercera regional que a sus cincuentaytantos se busca la vida como puede en rings de barrio, congresos retro y un supermercado haciendo más horas que un chino en una discoteca.

La ternura de esta cinta reside en la empatía que Aronofsky es capaz de crear entre el espectador y su malogrado protagonista, un Mickey Rourke portentoso y grotesco, de físico y voz gigantes, que camina arrastrando los pies por el mundo sin ser consciente de que es narrado, como el Augusto de Unamuno en Niebla: un personaje maltratado por la historia que sufre con estoicismo su ocaso, buscando complicidad en los pocos puertos a los que puede arriar. Uno de ellos, Cassidy, le sirve de nexo viciado (y vicioso) con el mundo. Pero no es suficiente. 'El luchador' es una dulce tragedia, un llanto teñido de ironía narrado con inteligencia; la prueba de que bajo la piel de bestia hay, más o menos, una bella bañada en bourbon: una bailarina de cuadrilátero henchida de química.

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