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Inflexión almodovariana
Cainismo o dardo en diana, el nuevo trabajo del director manchego es sin duda un esfuerzo por tomar cierta distancia respecto a sus fórmulas más paradigmáticas, dando un paso más en la intención de crear estructuras argumentables menos encorsetadas en lo que a fundamentos lineales se refiere.
Colleja se merece, eso sí, cuando blande la idea de que 'Los abrazos rotos' es una mezcla de géneros que nada tiene que ver con su cine anterior. Por ahí no, Pedro. Por ahí no. La película es melodrama puro con infinidad de lugares comunes a su producción anterior: celos, amores malsanos, amargura vital, secretos inconfesables y arrepentimientos de terciopelo.
Brillante por momentos (las manos de un ciego que leen el braile de una imagen dibujada por el grano de una grabación de video) y abrupta en algún pasaje (la introducción del personaje de Ray-X) carece de la tantas veces evidenciada frescura de su personal modo de hacer cine. Ha sido muy inteligente por su parte soltar a lomos de dos de los mejores actores del panorama nacional (Lluís Homar y Blanca Portillo) el peso de todo el relato. De cualquier forma, certifica excelentemente el tema de su historia: el todo siempre significa más que la suma de sus dolorosas partes.
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