Póngame un bestseller para llevar

Cada día lo veo más claro. El fenómeno Millenium, que parece que va a hacer (sino lo ha hecho ya) ricos a la progenie del malogrado Stieg Larsson, responde, por lo menos en lo que a su primera adaptación cinematográfica se refiere, al principio McDonalds de la economía: el cliente acude a tí porque tienes un menú a su medida... sea quien sea el cliente.

Creo haber dejado ya claro que no soy lector de esta trilogía, por lo que mi encuentro con la primera entrega de la saga en su soporte audiovisual, 'Los hombres que no amaban a las mujeres', carecía de fertilizantes literarios previos.

La historia: un periodista que acaba de ser desterrado al ostracismo profesional es contratado por un influyente industrial para que desenmascare a la persona que cuarenta años atrás asesinó a su sobrina. En su labor, acabará contando con la ayuda de una andrógina y torturada joven cuyas arducias como pirata informático serán muy útiles en la investigación. Por el camino esta pareja de antihéroes se encontrarán con secretos de familia, nazis, violadores, sadomasoquistas, tramposos, mamporros, giros, balazos, sexo, misoginia e hipocresía a granel.

¿Por qué engancha tanto la propuesta de Millenium? Porque a la gente no sólo le gusta ser escandalizada, sino que además le gusta aparentar que no ha sido escandalizada, y desde luego, esta primera entrega contiene todos los ingredientes para un gourmet de los falsos bajos fondos de la condición humana. Es de suponer que la crudeza del material literario debe ser mucho más atroz que el que se traduce en pantalla, algo que sin duda debe haber lanzado a miles de lectores a las librerías para empaparse de las oscuridades de la sociedad sueca.

Estamos ante un correcto ejemplo de cine negro, una aventura de detectives que luchan contran el sistema en la soledad del corredor de fondo. Sin embargo, hay que lamentarse de que alguno de los componentes de la historia no haya sido mejor explotado, aunque fuese tangencialmente, como por ejemplo el enraizamiento del pasado pro-nazi en la Suecia actual. En una película anterior, 'Plan oculto', Spike Lee entraba de lleno en el subgénero de robo de bancos haciendo que uno de los puntos fundamentales de la historia, la procedencia del dinero que se iba a robar, apareciese momentámente sin dejar de tener la fuerza dramática que se merecía. Pues bien, precisamente aquello que supo hacer Lee con sobrada eficacia es precisamente lo que falla aquí, de forma que algunos espectadores nos quedamos con las ganas de que se pisase con más fuerza en algunos temas que, suponemos, seguro que tienen mayor presencia en la novela de la que procede.

De cualquier modo, el juicio que pueda hacerse de este film (que carece de toda personalidad nacional para encajar en los cánones del cine comercial estándar) debe inscribirse en los esquemas del entretenimiento de masas, teniendo en cuenta que, ante todo, es una película sobre la que cae la responsabilidad de contentar a miles de lectores en todo el mundo.

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