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Millonario... con o sin millones

Posted by Daniel PS on 23:33 in , , ,

Sin hacer ruido Danny Boyle coló su 'Slumdog Millionaire' en los Globos de Oro. Eso fue una sorpresa. Además, salió de la sala con cuatro galardones bajo el brazo, contando con el de la mejor película. La cosa iba en serio. Muy en serio.

Una película que trataba la aventura de un slumdog (algo así como chabolista) casi analfabeto que daba con sus huesos en la silla de concursante del 'Quién quiere ser millonario' indio era, a priorio, un producto lo suficientemente extraño como para levantar recelos acerca del camino que debería haber seguido para acabar entre las más nominadas del certamen. Ahora es el segundo film en candidaturas para los Oscar, y quien la vea puede comprender el porqué, al igual que mediante el visionado de la cinta se entienden las razones por las que Jamal, el joven protagonista de 'Slumdog millionaire', es capaz de acertar todas las preguntas del concurso hasta llegar a la última y climática pregunta.

La historia vital de este paria hiela el corazón del espectador al tiempo que emociona en cada momento del metraje. El estilo con el que Boyle dibuja sobre los tres lienzos que componen las distintas líneas narrativas de la película es sensible con su protagonista, trazándolas con cariño y la personalidad que ya es del todo reconocible en su obra anterior (planos aberrantes empujando la perspectiva hasta el infinito, una fotografía colorista y ágil, un montaje que imposta la mirada de cientos de ojos que observan con avidez y un discurso que mantiene la calma y no permite un respiro para pensar en lo que está ocurriendo).

Sobre todo, los 18 años que Jamal recorre con una incomprensible vitalidad están matizados por un carrusel musical sin el cual no se entenderían las emociones que campan a sus anchas en el vientre del espectador. A. R. Rahman, nominado a tres oscars en dos categorías (uno por el score y dos por sendas canciones que aparecen en la película), zarandea la acción con ritmos electrónicos y étnicos que se mimetizan con la historia para hacerla plena. Desde este blog apostamos por Thomas Newman y su partitura para Wall-E, pero bien es cierto que Hollywood siente debilidad por las composiciones raciales procedentes de artistas extranjeros (véase el caso de Gustavo Santaolalla o, en un caso más general, el de Jan Kaczmarek). En una entrada futura trataremos más detenidamente la categoría de la Mejor Banda Sonora para esta edición de los Oscar.

De cualquier modo, sólo cabe decir que la película que firma Danny Boyle se defiende a sí misma como uno de los pocos cuentos de falso hiperrealismo que se han podido ver desde Hollywood con un poder de seducción tan intenso sobre el espectador. Es prácticamente imposible no sentir una pizca de inocencia revoloteando en las entrañas cuando, en un tercer acto que el público es capaz de prever con facilidad, el film alcanza un clímax naïf que casi se clama con ávido entusiasmo.

Si el dinero no da la felicidad, al menos puede ser entendido como un camino, de alguna forma, hacia ella. Eso sí, sólo si está escrito...

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2 Comments


No se como lo haces...pero ahora me apetece verla...


La peli es una pasada, la verdad. Te hiela la sangre en algunos momentos, pero el tercer acto es de un esperanzador que te dan ganas de salir al mundo a ser buena persona... menos mal que no perdemos los papeles :D

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